Fin de semana entre amigos (Triatlón Paracas 2015)


—Firmo el podio! —dijo Manuel.
Se había hecho costumbre que en las competencias quede entre los tres primeros puestos de su categoría, una de las más competitivas por cierto. Sentía confianza en que su buen nivel de running lo podría llevar a completar los 1.9km de natación, 90km de ciclismo y los 21km de pedestrismo en un tiempo total muy cercano a las 05h00min.

—Esta vez creo que el sub 06h00min está al alcance, el plan de Marco me ha exigido más que los anteriores —decía Kike animado. Venía preparándose con un entrenador personal que le indicaba semana a semana las distintas sesiones de nado, ciclismo y carrera a pie que debía realizar —. Y tú Eduardo, por cuánto vas?.
—Creo que con un sub 06h00min me quedaría tranquilo, para variar mi entrenamiento ha sido el  mínimo para poder completar la prueba —. Si bien Eduardo trataba de mantenerse en forma durante la mayor parte del año, no tenía un entrenador que le prepare un plan estructurado que le permitiese conseguir su performance más óptima en las competencias.

Los tres tenían diferente nivel atlético pero eso era lo de menos, llevaban años de amistad producto del deporte y de las distintas carreras en las que habían participado, un nuevo Triatlón Paracas era la oportunidad de pasar un fin de semana entre amigos, sin familias, conversando de Triatlón y por supuesto, compitiendo. Los tres meses de entrenamiento habían quedado atrás y como en todo proceso de preparación ya estaban ansiosos porque llegue el Race Day.

—Vamos en mi camioneta! — dijo Manuel con el entusiasmo que lo caracterizaba —. Arriba entran dos cletas en el rack y en la maletera puede ir una más desarmada.
—Vamos pues, creo que sobrado entran todas nuestras cosas no?. Además a Manuel le encanta manejar —bromeó Eduardo.

Partieron el viernes muy temprano. La camioneta iba cargada de bultos triatléticos; tres bicicletas, cuatro mochilas, tres coolers, un inflador de pie, tres wetsuits y algunas cosas más propias de un viaje de este tipo. Tomaron la carretera Panamericana rumbo al sur que a esas horas todavía se mantenía despejada del tráfico. Les esperaban 250km de camino hasta Paracas, tiempo suficiente para conversar e ir sumergiéndose en el ambiente de la competencia.

                      

—Qué dicen, unos pancitos con queso? —preguntó Manuel, aunque en realidad más que una pregunta era un invitación a hacer una parada para comer algo.
—Claro, y de paso aprovechemos para tomarnos un café que me muero de sueño, todavía nos faltan muchos kilómetros —dijo Kike entre bostezos.

Se detuvieron en el conocido horno de barro ubicado en la subida de “Caracoles” en el kilómetro 50. Lo que hasta hace algunos años era un terral se había convertido en un lucrativo negocio gracias al buen ojo de sus dueños. Era un lugar de parada obligatoria en el que los viajeros que iban al sur podían comprar panes de distintos tipos recién horneados, además de tomarse un café antes de continuar el viaje.

—Manuel, viste que en esta carrera van a hacer examen antidoping, no?
—Claro pues Edú!, por fin. Así deberían hacer en todas las carreras.
—Cuidado que te descalifiquen —bromeaba Eduardo.
—Jamás, yo voy limpio, con Gatorade y geles me defiendo. Más bien ojalá que nadie arrugue a última hora, no?.
—Ojalá! —sonrieron los tres.

Llegaron a Paracas a las 11 de la mañana. Los recibió el mismo mar de tono azulado frente a las costas desérticas que recibió al General San Martín hace casi 200 años cuando desembarcó junto a su Ejército Libertador, expedición que tiempo después daría inicio a la actual República del Perú. Esta vez el desembarco no fue bélico sino deportivo. Las únicas armas que portaban estos soldados eran sus bicicletas. El enemigo a combatir no era el Ejército Realista, sino simplemente el cronómetro.

El clima era espectacular, había un sol radiante pero no mucho calor. Se dirigieron a un pequeño hospedaje llamado El Zarcillo, ubicado justo en la entrada al pueblo y frente al monumento a San Martín. Era el lugar en el que habían separado habitaciones para pasar la noche. Bajaron el equipaje con apuro y como suele suceder en estos casos lo primero que querían hacer era salir a probar las bicis. En realidad no tenían nada que probar, era más bien un eufemismo propio de triatletas, una excusa para salir y pedalear un poco, lo cual los empezaba a conectar emocionalmente con la carrera.

                     

Pedalearon alrededor de 30 minutos por la carretera que lleva a la reserva de Paracas, lugar que al día siguiente formaría parte del circuito de ciclismo. El viento soplaba muy fuerte a esas horas del día, sin embargo no era algo que les preocupara mucho ya que la carrera se iniciaría muy temprano en la mañana cuando las condiciones suelen ser más favorables de lo que en ese momento estaban experimentando.

—Muchachos tenemos que almorzar, toca el carbo loading —advertía Manuel. Como nutricionista que era se encargaba de sugerir el almuerzo, los snacks y la cena que tendrían que comer para poder rendir al máximo al día siguiente.

Fueron al restaurant El Chorito y pidieron pollo a la plancha con papas al horno, lo mismo para los tres. Un poco de proteína combinada con carbohidratos era la dosis necesaria para esas horas del día. Estuvieron alrededor de una hora, conversando y compartiendo experiencias, que en estos casos siempre son de corte atlético, pues en estos viajes no se habla más que de la carrera, de las marcas, de los rivales, de las expectativas que se tienen, de lo “poco” que se ha entrenado, de las lesiones y molestias de última hora, entre otras cosas.

A las 5 de la tarde fueron a recoger los kits de competencia al hotel sede del evento, el Hilton. Llegaron y como es costumbre se encontraron con muchos amigos. La sala de conferencias del segundo piso donde se realizó la actividad lucía repleta de gente. Estaban los amigos, los conocidos, los nuevos, los extranjeros, los pros; todos. Había más público que el año anterior, muchas caras nuevas, se respiraba un ambiente festivo, pero diferente al de los primeros años de esta carrera en los cuales todo era muy familiar e íntimo, pues prácticamente la totalidad de competidores se conocían porque entrenaban juntos. Luego del recojo de kits se dió la charla técnica, momento en que el organizador de la competencia se encargó de dar las últimas indicaciones sobre el desarrollo de la misma, es decir, cantidad de vueltas en el circuito, puntos de hidratación en la ruta, penalidades y la hora de inicio.

                      

Terminada la charla técnica era el momento de ir a cenar. Salieron a dar una vuelta en busca de algún lugar para comer. Paracas es un pueblo pequeño, recibe una buena cantidad de turistas debido a las diferentes atracciones de la zona, como la Reserva o las Islas Ballestas, pero no cuenta con infraestructura para ofrecer entretenimiento, sobre todo nocturno, a los visitantes. Finalmente dieron con el restaurant del hotel Wayra. Se acomodaron en una mesa y ordenaron esta vez pasta con salsa roja, nuevamente lo mismo para los tres.

—Manuel, no tengo tanta hambre, y si me salteo esta comida? —preguntó Eduardo con cierto malestar. Era costumbre en él comer en exceso durante el día y llegar a la noche repleto y arrepentido por el descontrol.
—No, ni hablar, si no cenas vas a tener más de doce horas de ayuno hasta las 4 de la mañana en que te despiertes, es mucho tiempo, todavía necesitas recargar carbohidratos para todo el esfuerzo de mañana.

La comida de los días previos era importante. A partir del jueves debían empezar a recargar carbohidratos, pero como suele ocurrir, las múltipes actividades que cada uno tenía no les permitieron alimentarse bien y terminaron comiendo cualquier cosa. La idea de Manuel era al menos cuidar la comida de ese último día previo a la carrera.

Eran casi las 10pm y ya se hacía tarde, terminaron de comer y volvieron al hospedaje para preparar las cosas que faltaban: llenar los bidones de gatorade, agua, geles, pegar los números en la bicicleta, casco, cinturón y dejar la ropa y las mochilas listas para el día siguiente.

                      

—Bueno señores, son las 11 de la noche, creo que se nos pasó la mano, mañana nos tenemos que levantar a las 4 de la mañana, ya deberíamos estar dormidos —decía Kike algo preocupado.
—Tranquilo Doctor, no va a pasar nada, en el día previo siempre hay mucho por hacer y se duerme poco —trataba de tranquilizarlo Eduardo.
—Así es Kike, calma! Ya está, ya terminanos, ahora sí a dormir que mañana la rompemos! Buenas noches muchachos —se despidió Manuel.

Son las cuatro de la mañana, suenan las alarmas de los 3 teléfonos con unos pocos segundos de diferencia. Los tres se despiertan sin problemas, han dormido poco pero ya saben cómo es el Race Day. No hay mucho que preparar pues todo quedó listo la noche anterior.

—No hay mucho viento, el cielo está despejado y parece que tendremos una natación tranquila —advirtió Eduardo.

                      

Salieron de la habitación y subieron las cosas a la camioneta, la distancia del hospedaje hasta el evento era de unos 5 minutos por lo que llegaron rápido y empezaron con el ritual de siempre: mochila en la espalda, casco en la cabeza, bicicleta al lado haciendo la cola para el pintado de cuerpos, ingreso a la zona de transición y a partir de este momento cada uno se encierra en lo suyo.

Los minutos pasaron muy rápido, cada uno buscó su ubicación, colgaron las bicicletas, dejaron los implementos para el ciclismo al alcance, lo mismo para el running que vendría después, finalmente se pusieron el wetsuit y se dirigieron a la orilla del mar. Alrededor de 150 triatletas se encontraban en el mismo lugar, había caras de alegría, miedo, nerviosismo, ilusión; cada participante transmitía cosas distintas. Estaban todos debajo del arco de Yumax, aprovechando los últimos minutos para tomarse unas fotos, recibir el último aliento de la familia y amigos, estirar los brazos o dar pequeños saltitos en el lugar para ir calentando el cuerpo. Los días de duro entrenamiento habían quedado atrás, el momento había llegado.

Suena la sirena, todos corren hacia el mar, nadie quiere quedarse rezagado para poder mantener una buena ubicación a fin de hacer los primeros metros sin recibir tantos manotazos ni patadas. El circuito constaba de 1900m en una sola vuelta, es decir una entrada y salida a la bahía de Paracas. A los 500m del recorrido los triatletas ya se habían separado y nadaban cómodamente con espacio suficiente a los costados, la única preocupación era poder mantener el ritmo objetivo.

Fueron 24min los que le tomó al primer triatleta en completar los 1900 metros de la etapa de natación, su más cercano perseguidor salió 3min por detrás. A partir del minuto 30 empezaron a salir grupos más grandes de nadadores, uno tras otro. Manuel pisó la orilla en 34min, un tiempo de acuerdo a lo que había estimado. Eduardo y Kike salieron del agua a los 40min junto con un grupo ya no tan numeroso.

Uno tras otro iban saliendo del agua y se dirigían corriendo, algunos más rápido que otros, hacia la zona de boxes. Todos hacían los mismos movimientos, como si se tratara de una coreografía previamente ensayada; mano atrás para jalar la cuerda del wetsuit, sacar una manga, luego la otra, ya en boxes pararse, sacar una pierna, pisar el wetsuit, sacar la otra, ponerse el casco, los lentes, coger la bici, salir.

La ruta de ciclismo empezó rumbo al sur, el viento se sentía en el pecho, el calor no era muy intenso. Todos llevaban el pulso alto en esos primeros kilómetros, algunos logran bajarlo y estabilizarlo en pocos minutos, otros no pueden y se enfrentan al dilema: aguantaré a este paso? O mejor me guardo un poco?

Llega el momento en que se empiezan a ver a los primeros competidores que están de vuelta luego de haber pasado el primer punto de giro, una forma de entretenerse o distraerse es contarlos para saber en qué posición se está. Llega también el momento en que uno empieza a cruzarse con los amigos, suele ser tan rápido que apenas alcanza para hacer un leve gesto como levantar un pulgar. Son varias horas en la bici, las primeras casi no se sienten y pasan rápido pero los últimos kilómetros se vuelven más duros; hay más viento, más calor, las piernas ya están cansadas y duelen, el asiento ya no se aguanta, el pulso sube, el aire no es suficiente.

Manuel termina el ciclismo con un tiempo de 02h43min, seguido de Eduardo con 02h54min y Kike con 03:07. Gran parte de los triatletas se encuentran ya en el circuito de carrera pedestre para cumplir los 21km finales de la prueba. El cielo se ha despejado y el sol quema fuerte, sin embargo los atletas deberán recorrer el circuito en esas difíciles condiciones. Los primeros kilómetros son rumbo al norte por una pista con ligera pendiente ascendente que luego se unirá con el malecón de Paracas, la zona más bonita de todo el circuito. Aquí recibirán el aliento de los vecinos que han salido a sus jardines para ver la prueba y entregar un poco de agua a los participantes. Son 3 vueltas al circuito las que hay que dar para completar los 21km. Los atletas se ven muy animados en los primeros kilómetros, pero esa sensación desaparece rápidamente, las casi cuatro horas de actividad física previa empiezan a pasar factura. Se ven muchos acalambrados en la ruta, atletas que caminan, otros que siguen corriendo pero cada vez más lentamente. La última vuelta es así, no hay fuerzas para nada pero algo los anima a seguir, tal vez el hecho de haber recorrido tanto y estar tan cerca de llegar a la meta, el cuerpo no quiere pero el corazón empuja.

La zona de llegada está ubicada en la misma puerta del hotel sede del evento. Hay un ambiente festivo con música y mucha gente. Los primeros atletas ya llegaron, los reciben sus familias y amigos, algunos pasan a la sala de masajes, otros pasan directamente a la piscina de agua helada para recuperar las piernas. Todos lucen felices, si hicieron un buen tiempo tienen una buena razón, si no lo hicieron pues al menos ya terminó el sufrimiento.

Manuel llega a meta en 05h02min, está contento, no es su mejor performance pero sabe que este circuito es complicado especialmente por el viento que hay en el ciclismo. Al parecer su tiempo le puede alcanzar para podio que era lo que lo ilusionaba. Se sienta a descansar y a esperar al resto.

—Buena Edu!, que tal, cuánto te salió? —lo recibió Manuel en la línea de meta.
—Uff, estoy hecho mierda para variar, pero bueno ya se terminó el castigo, 05h53min, no está mal!.
—Está bien, al menos bajaste las 06h00min que era tu barrera psicológica. Para el TriLima en Abril tenemos que entrenar mejor, sobrado puedes bajar de 5h40min.
—Eso espero, o sea sé que mi entrenamiento es bastante empírico y hay muchas cosas que debo estar haciendo mal pero se me hace difícil pensar cómo mejorar tanto para pedalear en 02h40min o correr sub 02h00min.
—Es cuestión de entrenar bien, pero para eso es mejor que de una vez te consigas un plan, ya sea con algún entrenador o con Training Peaks, la cosa es tener un plan y seguirlo.
—Sí, tienes razón, creo que eso sólo lo hice para el IM Brasil del 2012 y la verdad que sí noté la diferencia.

Habían pasado ya las 6h de competencia y aparece Kike en sus metros finales llegando a buen ritmo y apretando los dientes para morder todos los segundos que sean posibles. Cruza la línea de meta en 06h03min. Estaba contento, no había bajado las 6h pero había mejorado su tiempo en casi una hora respecto a su última carrera un mes atrás en el 70.3 Miami.

—Bien doctor, te vi sólido corriendo! —lo animaba Eduardo. En realidad nunca antes Kike había podido correr de una manera tan pareja en un medio Ironman, había completado los 21km del pedestrismo en menos de 2h cuando normalmente le tomaba mucho más.
—Sí tío, no bajé las 6h pero está bien el resultado, tuve problemas en la bici pero lo bueno es que me bajé a correr entero y pude mantener el mismo ritmo, eso antes era imposible para mí que me acalambraba nada más al empezar.

Los competidores seguían llegando en pequeños grupos, todos muy cansados, destruidos, pero contentos, la música no dejaba de sonar y el público seguía esperando a los últimos atletas en completar la prueba. Sin embargo la premiación se tenía que realizar. El organizador empezó a llamar a los ganadores de cada categoría empezando por las postas, luego la categoría femenina y finalmente la masculina. Así llegó el turno del grupo de edad 40-44 varones, Kike, Manuel y Eduardo se habían acercado al estrado, tenían la esperanza de que Manuel sea el 3ro en esa categoría. El organizador cogió el megáfono e hizo el llamado.

Los siguientes atletas por favor acercarse al podio, en primer lugar Francisco Sánchez con 04h31min. Segundo lugar Jorge Luis Noriega con 04h39min. Tercer lugar Marco Antonio Muñoz con 04h42min.

Hubo tristeza en los tres, Manuel sintió unas palmadas en la espalda, finalmente había quedado 4to, aunque el podio había quedado cerca, no se había podido conseguir. Sin embargo algo no cuadraba, el mencionado como primer lugar y el tiempo obtenido eran una sorpresa, más aún cuando al estrado se acercaron sólo el 2do y el 3er lugar, era extraño que el ganador de la categoría más competitiva no estuviese presente en el momento más esperado por el ego de un triatleta: la foto.

                        

—Conocen a Francisco Sánchez? No recuerdo a nadie más que haya estado delante de mí además de Jorge y Marco —preguntaba Manuel con algo de sorpresa. Ni Eduardo ni Kike lo conocían, sin embargo era una buena marca como para pasar desapercibido. Con resignación, continuaron viendo la entrega de premios y la foto respectiva a los ganadores de las distintas categorías.

Terminada la entrega de premios se dirigieron al hotel. Luego de un baño y un almuerzo ligero decidieron regresarse a Lima esa misma tarde. Estaban cansados pero podían emprender las cuatro horas de viaje sin mayores problemas. Prepararon el equipaje, subieron las bicis a la camioneta y dejaron Paracas. Terminaba así otra competencia más, sin embargo ésta había sido especial porque era la primera vez que viajaban los tres juntos. Había sido una grata experiencia, estaban contentos con los resultados aunque Manuel no haya podido conseguir el podio como quería, ni Kike bajar las 6h, ni Eduardo mejorar su marca de 05h41min que secretamente deseaba sin haberlo revelado al resto. Pero al margen de las performances deportivas, lo que ellos valoraban era haber pasado un fin de semana lleno de gratos momentos dentro del ambiente en el que más cómodos se sentían.

—Manuel mira, ya están publicados los resultados oficiales, pero hay algunos cambios —avisó Kike mientras revisaba su Facebook.
—A ver cuéntame —dijo Manuel mientras conducía.
—El primer lugar de tu categoría ya no figura, parece que en realidad nunca cruzó la meta, debe haber sido un error de los jueces.

—Bien Manuel! Entonces quedaste tercero, felicitaciones! Al final pudiste conseguir el podio, pero que piña, no saliste en la foto.

                      

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